martes, 23 de noviembre de 2010

Link al tercer número del mejor y más irreverente (además de nada creido o petulante) fanzine de todos los tiempos

Fanzine for Coppola nº3: Bofetada, ya está aquí!!! con nuevas secciones, nuevas aventuras de Bronson y Malkovitch, mierda a tutiplen (pero de calidad) y sensor de movimiento incluído (a ver si se creen lo de sony, mocosoft y nintendo que no vamos a ser mejores que ellos)
Aviso legal: si no funciona el sensor de movimiento y de reconocimiento de posiciones vía electrónica no nos responsabilizamos de absolutamente nada.

En fin, aquí tenéis el link con el fanzine!

http://www.megaupload.com/?d=OYDV198M

pd: pasado un tiempo no muy largo publicaremos las historias de Döner, Bronson y Malkovitch que continúan el loco arco argumental en el que los sumergimos hace ya un año y que están incluidas dentro del archivo. Saludos a todos fieles seguidores de los Argonautas!!!!

viernes, 5 de noviembre de 2010

El vídeo más irreverente de todos los tiempos. Así se atrae a la gente a un fanzine!!!

En este enlace podéis ver como quisimos incitar a colaborar a todo aquel que quisiera al número tres de fanzineforcoppola, una más de nuestras famosas idas de pinza. Esperamos que os guste!!

MALKOVICH II: El Ángel de La Muerte

Bienvenidos a todos, mis queridos lectores de lo inhóspito. Quienes
esto estáis leyendo, habéis llegado al final de esta revista de mierda que se hace
llamar “Fanzine for Coppola”, la cual sólo se sostiene porque yo colaboro en
ella, aún sin ver un triste maravedí.
Cierto es que estoy situado al final, y que puede que todos no lleguéis
a esta parte, pero lo prefiero así, pues sólo los valientes pueden soportar la lectura
que se les viene encima. Un terror inimaginable, mezclado con una prosa exquisita
(así soy yo, al escribir, no se hacerlo mal, no como Bronson que es incapaz
de hacer la O con un canuto).
Si recordáis, anteriormente os conté como fui embarcado bajo subterfugios
y promesas vanas en aquel destartalado bote con aires de grandeza, el
Argos, para el cumplimiento de una empresa consistente en quitarle su piel dorada
a un cordero malhablado. Naturalmente, fue Bronson con su falta de estilo
y ordinariez natural quien desoyó al pobre animal. No es que disculpe sus actuaciones
burdas y estúpidas, pero si no hubiera sido por su brutalidad congénita,
aún seguiríamos en la maldita isla tratando de coger el vellocino de los cojones,
copón; ya que esos sodomitas griegos eran incapaces de empuñar un triste
cuchillito de pelar patatas contra aquel cordero de soeces gestos y palabras.
Nada más volver al Argos, el vellocino fue colgado de un palo al lado
del timón, y cada vez que uno de los sodomitas lo veía, se inclinaba ante él con
fervor.
Yo no entendía esas estupideces, así que me fui a mi camarote deseando descansar y olvidar aquella disparatada aventura, por la que aún a día de hoy
no he recibido ni una perra chica.
Cuando me deslicé en los brazos de Morfeo (forma metafórica de referirse
a dormir, no confundir con Orfeo el sodomita que iba a bordo del barco),
comencé a agitarme del horror padecido. Ante mí, venían imágenes de súcubos
desgarrando gente inocente a cada orden mía, diablillos deglutiendo los dulces
globos oculares de todo aquel que pasaba bajo su vuelo, horripilantes bestias del
averno que desmembraban a la tripulación entera. La pavorosa pesadilla no terminó
hasta que el sol de la mañana (y un terrible dolor de ojete) me despertó. Aliviado,
me levanté del lecho. Que poco sabía, ¡cuan desconocimiento me impedía
ver la superficie!, el verdadero miedo, no había hecho más que comenzar.
No había puesto ni un pie fuera de mi camarote, cuando oí gritos y alaridos
que atenazaron mi alma, pues eran idénticos a los de mis horribles sueños
húmed… quiero decir, que se parecían a los de mis pesadillas.
En plena borda, con los intestinos saliendo de su oronda y herida barriga,
estrangulado por su propio esófago, yacía muerto el cocinero de a bordo. Se
habían acabado las tortitas mañaneras, los huevos fritos con chorizo parrillero, los
pimienticos del padrón, el mojete con panceta… todo había terminado. No podía
dejar de llorar, y no me daba vergüenza que me vieran, a partir de ahora, el viaje
iba a ser horrible.
Mi ágil e hiperdotada mente inspeccionó el grotesco cadáver en busca
de pruebas. Allí estaban, sobre las heridas que abrieron sin piedad el estómago
del finado cocinero, se veían marcas de pezuñas pequeñas pero fuertes, pezuñas
de cordero. Todo estaba claro, la relación con los hechos precedentes hubiera sido
reconocida por cualquier persona con dos dedos de frente, y una ingeniería superior
en esoterismo, ocultismo y videncia.
Mis sueños me mostraron a todos los seres del inframundo, menos a uno, al más mortífero, y al que no podía ver, porque no había un espejo en
ellos: El sátiro, única bestia del Hades que posee pezuñas de cordero. Por la
noche, me había transformado en sátiro y había matado al cocinero poseído
por un maleficio que de seguro alguna bruja escondida de Yolcos me había
lanzado. Era yo, por todos los dioses, yo era el asesino del Argos, y lo peor
de todo, era que no me podía controlar, y que en cualquier momento de la
noche podría haber más víctimas. De hecho, todos se pregutaban dónde estaba
el proveedor de túnicas y enseres grecorromanos, que por lo visto había
desaparecido antes que el cocinero, pero como no vi su cadáver y yo soy ver
para creer, siempre pensaré que no estaba muerto no no, que estaba tomando
cañas lerelerele.
Las noches siguieron pasando, y los sueños húmed… las pesadillas
de demonios continuaron, y cada mañana un nuevo muerto se añadía a
la tripulación. Bronson no hacía más que reírse, decía que ni asesinatos ni
nada, que todo eran mareos exagerados. Dios, como lo odiaba. A la terrible
muerte del cocinero, siguieron las no menos salvajes muertes del vigía, dos
remeros, una meretriz de a bordo, la vieja de los cupones de la ONCE, el
animador de las fiestas del barco, y hasta el sacerdote confesor. Cada vez
tenía menos escrúpulos, nada se escapaba a esa furia ciega que me embargaba.
Y por si fuera poco, como recuerdo presente durante el día de mis transformaciones
en sátiro (no cabía duda, pues cada muerte presentaba huellas
de cordero y marcas de cuernos enroscados), el escozor en mi virginal ojete
persistía. Un pequeño resto del calor infernal con que todo lo arrasaba durante
las noches.
¿Puede alguien imaginar el horror que atenaza al ser humano
cuando no puede controlar aquello que hace? No me refiero a las drogas, ni al estado alterado por la embriaguez, sino a un estado superior y más
peligroso que todo ello, que sólo puede ser causado por un maleficio de
magia antigua y poderosa.
Queridos lectores, no podéis ni entender como me sentía, y es
que, cualquier persona que habría descubierto lo que yo estaría desolada,
pero si esa persona además posee una inteligencia superior a la de
todos los demás, si es considerado con homo – superior (u homo – novus
si lo preferís) por toda la raza humana, si su descendencia del mono está
tan diluida que casi se podría hablar de otro eslabón de desarrollo en la
cadena evolutiva, entonces, mis queridos lectores, entonces todo es mucho
peor. Tu vida pasa por delante y crees que has llegado a una horrible
espiral de la que jamás podrás salir.
Los días continuaron, y con cada día, con cada noche de pesadillas
y sueños humed… de pesadillas tan sólo y un poquito de dolor en
el ojete, más tripulantes morían.
El resultado era tal, que se podía decir que los oficiales de mayor
rango allí, éramos yo y el soplapollas de Bronson. Había que tomar
decisiones, había que dirigir el barco a algún lugar donde pudiéramos
cazar y abastecernos, donde descansar de todos esos sueños húmed…
pesadillas y de tanto dolor de ojete. La travesía tomaba un nuevo y desconocido
rumbo, aventuras sin parangón se sucederían, y ¿Quién sabe?
Quizás un embate del destino, y el maleficio del sátiro malhumorado
acabarán con el maldito Charles Bronson, de una vez por todas.

DÖNER II: El Cordero Ninja

Mi prima Jacinta siempre ha sido la oveja negra de la familia. Así que
cuando una panda de sodomitas invertidos me despellejaron (que conste que
no los llamo sodomitas invertidos por faltar a los gays, que una cosa es ser gay
y otra cosa es ir como ellos…), fui donde la Jacinta con una esquiladora. Sé
que pensaréis que la esquilé para hacerme un traje Ninja. Sí, con lo que pica la
lana. No, lo que hice fue hacerme unas bermudas para ir a unos telares. Allí
me compré un traje Ninja.
Ataviado con mi nueva indumentaria, desenterré mis letales armas: una
katana modelo Hanzo made in Toledo, unos cuantos surikens (estrellas Ninja),
dos dagas, una Walter PPK y un disco recopilatorio de OT. Rebusqué en
los cajones mis fotos de los concursantes de Gran Hermano. No las encontré.
Eran letales, pero también ridículas.
No sabía bien qué camino seguir. Estuve dudando un poco, hasta que
recordé una cosa. Fui al granero y, bajo una trampilla, extraje un cristal verdoso.
En cero coma estaba en el Polo Norte, en el interior de un castillo de cristal.
Mi padre extraterrestre (no, no lo era, pero bien pensado, tenía gran parecido
a E. T.) me aconsejó dónde ir.
En cosa de ocho minutos (paré a comer un pincho en la Laurel), estaba en
el Argos. Tenía que imaginarlo. Los muy gilipollas le habían puesto a su barco
Argos de nombre, que es exactamente como se dice barco en griego. Esto es
como si a las rosquillas las llamas donut. El caso es que estaba en ese maldito
barco, de noche. Podría haber puesto unas bombas y haber mandado a ese
barco a la m… bien, y así ahogar a esos hijos de puta. Pero decidí hacerlo poco
a poco.
Para acojonar, primero me cargué al único hetero del barco. Aparecí entre
las sombras, le pegué de lo lindo y lo cogí por la pechera. Él me preguntó
quién era. Yo, solo para asustar, utilicé mi voz gutural y le dije:
-¡Soy Dönner!
Pasaron dos días sin que me cargara a nadie más. Recuerdo que estuve
ocupado. Vi a un tío calvo, así un poco neurótico, y decidí reírme de él. Todas
las noches lo sodomizaba de lo lindo, a saco, para que al día siguiente no se
pudiese levantar. Hay que decir que eso me tenía ocupado, pero cuando encontré
la manera de cargarme al resto de marineros mientras enrojecía las posaderas
del cartoniano, retomé mi tarea inicial.
No recuerdo quien fue el siguiente, si el cocinero, el vigía o quien, pero
esta vez se montó un buen revuelo. Claro, como era un invertido sodomita…
del hetero nadie se acordaba, pero de éste sí. Bien, vale, sé que no está bien
llamarlos invertidos sodomitas cuando yo todas las noches… pero seamos claros,
ese calvorota tenía unas tetas…
En total, que según me iba cargando a la gente, a ellos les empezaron a
entrar terrores nocturnos, pusieron vigías, empezaron a idear teorías conspiratorias…
pero no tengo espacio para contaros más. ¿Queréis enteraros de lo
que pasó? Ah, haber comprado las memorias de Dönner, que estuvo ocho meses
en las librerías y sólo vendí dos ejemplares. Ala, un saludo y un abrazo,
adiosadiosadios…

BRONSON II: Comenzando el regreso a casa

Hoy me siento inspirado y he decidido contaros lo que aconteció tras
arrebatar el dichoso vellocino.
Sé que muchos de vosotros pensareis que con coger el vellocino ya está,
que nos tele-transportamos mágicamente a Yolcos y fin de las aventuras
argonáuticas. Qué más quisiera yo.
Resulta que a alguien se le había perdido el mapa de carreteras (o ríos
que para el caso kartofen) y la partida presupuestaria que debía gastarse en
un GPS se dedico a bordar de dorado las túnicas.¿ En qué te ayuda a orientarte
una túnica dorada? EN NADA.
Así que nos pasamos varios meses guiándonos por las estrellas. Que
esto de guiarse por las estrellas suena muy bucólico y romántico, pero durante
el día no se hace nada. Nos quedábamos totalmente parados viendo pasar
las horas no vaya a ser que cojamos la salida equivocada y acabásemos en
Cuenca, por ejemplo.
Así que un día fui a discutir con el tipo que compro las dichosas túnicas
( que por cierto los bordados de oro raspan en los bajos) sobre "economía
creativa" cuando resulta que el muy hijo de una hiena había desparecido por
completo. No sé si es que se me habían adelantado o había olido mis
"argumentos" para la discusión y había preferido saltar por la borda, la cosa
es que ya no estaba.
Al Día siguiente fui a desatar mi rabia sobre el cocinero que había decidido
servir una ensalada con queso feta y aceitunas. Eso es lo que come la
comida, a lo sumo lo que hace bonito en el plato. Si algo no ha sangrado al
ser atrapado no es digno de ir a mi estómago, pero resulta que el "alquimista
de sabores" tampoco estaba. Yo que quería usarlo como materia prima para
unos buenos filetes... pues totalmente desaparecido.
Pronto corrió el rumor entre los supervivientes que había un fantasma
en el barco o algún espíritu maligno. Ale, uno hace una broma totalmente
borracho sobre fantasmas y los muy idiotas se lo creen. Fueron como imbéciles
a preguntarle al de las entrañas que qué iba a pasar. No debía ser muy
buen lector de entrañas porque al día siguiente desapareció él. Yo no tenía
miedo, porque si algo no se puede acuchillar ni volarle la cabeza de un balazo
es que no se le puede matar y por tanto, ¿de qué me preocupo? Joder, si
tenían tanto miedo a los fantasmitas que hubiesen llamado a los cazafantasmas,
ah no espera, que ese dinero se gastó en pintar ojos en el casco del barco.
Y así uno a uno mis queridos compañeros de travesía iban desapareciendo.
El que me manchó los zapatos, el que se dejó la cubierta mal fregada...
¿Cómo se atreven a desaparecer y abandonar su puesto a bordo del argos?
Ya decía yo que se había contratado a gente poco cualificada, pero como
nadie me hizo caso, así quedarían los argonautas en la historia, como una
panda de enclenques que se dejan desaparecer de buenas a primeras. Me duele
tener que reconocerlo, pero en aquellos momentos me alegro ver a Malkovich
por allí. Puede que este más loco que un cuco que se ha comido una regadera,
pero mantenía su valor intacto. El tío hasta seguía divirtiéndose, que
todas las noches al pasar delante de su camarote se oían ruidos de sodomización
y animales monteses. Vale, a mi también me parece un degenerado, pero
hay que admitir que no se rajó en ningún momento y se mantuvo al pie del
cañón día tras día.
Pero cuando parecía que todo estaba perdido y que solo quedábamos
Malkovich, el fantasmita, el puñetero vellocino y yo, empezó lo verdaderamente
importante de esta historia. Pero eso os lo contaré otro día que hoy ya
se me ha hecho tarde.

DÖNER: Los orígenes

Hola, mi nombre es Döner, y soy un cordero desollado. Antes no era así, antes era un cordero normal. Nací en agosto, dato irrelevante, en una aldea de corderos humilde pero con viñas. Mi padre trabajaba en una serie de animación como extra. Mi madre utilizó todos sus estudios universitarios para convertirse en bailarina de Streep-tease subacuático. Yo era un cordero aplicado, apuesto, con un pelazo rubio, tenía a las corderas detrás de mí, a los profesores encantados, y practicando deporte era único.
Cuando era joven, en una de estas cosas que se hacen, quise cambiar de look. Unos me decían que me pusiera pendiente, otros que cambiara de cencerro, otros que me hiciera mechas… No me gusta que la gente me diga qué tengo que hacer, así que hice algo diferente, algo que no me recomendó nadie. En qué momento se me ocurriría ponerme brillantina en el pelo. Claro, estaba muy molón con mi lana rubia llena de brillantes reflejos. Parecía hecho de oro.
Resulta que un gañán llamado Jasón quería recuperar su trono de Yolcos, que queda según entras en Tesalia a la derecha, y para ello necesitaba el vellocino de oro. Por cierto, señores de “God of War”, vello-cino, vello de vellón, del latín vellus, conjunto de lana de un carnero u oveja que se esquila. No una mierda placa para el hombro, mucho especialista en gráficos y en aventuras pero historiadores uno… o ninguno. Para ser correctos, lo que llevaba Kratos debía ser una rebequita o una bufanda, pero eso es aparte. El caso es que necesitaba la piel de un carnero de oro, y como yo era rubio y me había puesto brillantina, parecía de oro. Decidió que él y los impresentables de los argonautas, me persiguieran para darme caza.
He de decir que no tenían ninguna posibilidad de capturarme, pero el día que vinieron a por mí yo no podía correr. Era el cumpleaños de la Puri y yo estaba bien merendado. En otras palabras, estaba más lleno que las gónadas de un seminarista (hay que ver la censura, que tengo que poner gónadas en vez de cojones). El caso es que una panda de gordos griegos sodomitas me cazó y me desolló. Y es que debían ser gilipollas.
Vamos a ver, Jasón, rey de los imbéciles, tal vez eso del vellocino lo mismo era una metáfora, ¿eh? No sé, Grecia en los años… bueno, hace un copón de tiempo, cuando no estaba escrito el diccionario Iter Sopena, cuando aún había leones en España y no eran del Athletic de Bilbao, joder, que los tigres aún no se habían hecho la ortodoncia y aún tenían los colmillos largos, Jasón, que tal vez todo fuera una metáfora y lo del vellocino de oro se refería a la ganadería, no sé. Lana de color oro, como el trigo, lana para cosechar, lo mismo es eso, tonto lava. O no sé, Jasón, ten más cultura, que al este del mar afro-americano (es decir, el Mar Negro, de nuevo con la censura), la gente metía zaleas de oveja para coger oro de los ríos, tal vez era eso. Pero no, tenías que buscar a un carnero joven, de buenas hechuras, bien parecido, con estudios y deportista, con dinero, y joderle como me jodiste quitándome la piel, mira que tienes huevos, Jasón. Además, erais entre 40 y 55 (tengo que fiarme de los autores, yo no los pude contar), mira que tantos para un carnero… Tío, podíais haberme hecho una vasectomía y a correr, todos contentos (sobre todo yo y mi bolsillo).
En total, que me dejaron como un gilipollas en bolas por conseguir un trono que lo mismo podías haber conseguido con el truco “quién se fue a Sevilla perdió su silla”. ¿Pero qué se puede esperar de un atajo de sebosos que trucan las estatuas para parecer más guapos? ¡Si encima su pasatiempo favorito era faltar a la gente! Porque se conoce que si pasas por la calle, en vez de piropos te insultan. Porque se conoce que dejaron de desollar carneros para hacerlo con cocodrilos hasta casi extinguirlos, porque se conoce que van a las corridas de toros porque es un gran festival de humor, y se conoce que la próxima vez que los vea a lo mejor les calzo una hostia.

MALKOVICH 1: Metido hasta las Cejas

Hola a todos lectores de lo inhóspito y lo paranormal. Me dirijo a vosotros para iluminaros el camino a las entrañas del horror y la tortura, a lugares que dejarían en muy mal lugar a los nueve infiernos de Dante.
Por si no me conocéis mi nombre es John Malkovich, y soy un aclamado actor en todo el mundo, pero actor de verdad, no una vieja gloria como ese Charles Bronson del que más tarde hablaré.
Nuestra historia comienza hace un par de meses en una noche tormentosa. En mi Cámara de Tortu... err... Despacho, se escuchó estridente el tono del teléfono. Una voz de ultratumba (o acatarrada, según como se mire), deseaba hablar conmigo para cerrar un importante contrato cinematográfico, una película de tales magnitudes y dimensiones que sólo yo y mi arte innato e inimitable podíamos protagonizar. Se traba de una búsqueda épica y heroica, la epopeya de un conjunto de héroes bendecidos por los dioses, que se alzarían con el Vellocino de Oro, una lustrosa lana ovina y virgen que acreditaba los derechos de Jasón (un pelamingas griego, judío o algo así) sobre un reino llamado Yolcos. Yo interpretaría al capitán del barco elegido para tan gloriosa misión, sería el comandante de los Argonautas, nombre que según el director que me llamó (un tal Fanzine For Coppola o algo parecido), recibiría aquella gloriosa tripulación de dudosas orientaciones sexuales.
Acepté sin pensarlo. Ése soy yo, Malkovich, un hombre de impulsos que caza el éxito como un zorro muy astuto. No hizo falta hablar de dinero, todo apuntaba a una superproducción millonaria...

Fui engañado, estimados lectores. Vilipendiado, ajusticiado, HUMILLADO! (sólo me consuela que el gilipollas de Bronson lo pasó aún peor). No era ninguna película, era ¡una búsqueda verdadera!, ¡esa gente me requería para capitanear a una tripulación de locos traficantes de pieles!. Quise negarme, pero contaban con Abogados, los peores enemigos del hombre.
En fin, que más puedo contar, fue una experiencia traumática y dolorosa, donde tuve que sufrir vejaciones innombrables e indescriptibles, donde mi regio arte fue dañado sin consideración alguna por una pandilla de locos. ¡Bollywood es mejor que esto!
Como ya apuntaba al principio, tuve que cargar todo el viaje con el que me dijeron sería mi segundo al mando: Charles Bronson. ¿A alguién le gustan las “películas”  de este tio? Seguro que a nadie, es un estúpido sin cerebro ni registros artísticos. Lo odio por le mero hecho de que ofende al la profesión de actor. El idiota de él seguía pensando ¡que todo era una película!, por su expresión de embobamiento, se captaba que pensaba que el pobre cordero al que desollaron esos brutos herejes de los argonautas era una marioneta de atrezzo.
Este fue el ojo del huracán, cuando todo terminé, juré que no volvería a ver a esos salvajes ni al subnormal de Bronson si no era en mi Cámara de Tortu... err... Despacho. Pero hace tan sólo unos días... recibí una llamada en mi Cámara de Tortu... err... Despacho: Querían que contara la experiencia en una publicación pobre y de aficionados, sólo así me pagarían por mi ilustre labor de mando en aquel barco. Yo, que después de esto sólo quería desahogarme, accedí sin miramientos, y es que no tenía otra opción (además, es algo fantasbuloso y maravitupendo leer cualquier cosa escrita por mí, a diferencia de Bronson que de seguro es analfabestia).

Espero que hayáis disfrutado de este intrépido y excelente relato, situado al final porque es lo mejor que se puede leer en esta revistilla de mala muerte y en todo el mundo. De hecho, si tuviera que decir que obra mía es mejor, no podría, y es que alcancé la perfección hace muchos años, concretamente, cuando nací. Si no entendéis esto es porque sois casi tan alcornoques como Bronson y eso, debería castigarse con la pena de muerte. Muerte a mis enemigos y... ¡hasta otra!

BRONSON I: DE CÓMO EMPEZÓ TODO

Supongo que querréis que os cuente porque participe en la búsqueda de ese vellocino de Oro y como fue todo. La verdad es que cuando me lo plantearon pensé que era la última gilipollez a la que iría. Cómo si me importase a mi que el Jasón este es rey de nosedonde o currito del burger king, a mi esas cosas me la traen al pairo.
  Me dijeron que iba a compartir el viaje con grandes héroes griegos, con Heracles, con Orfeo, que dices, pos cantara bien, yo voy a ver al orfeón donostiarra y cantan bien, así que este también. Eso de que vaya un tal Tifis de Sifas da un poco de mal royo, porque suena a enfermedad sexual, pero bueno pagan bien y tampoco tenía nada mejor que hacer.

Que listos fueron al no decirme que venia el psicópata de Malkovich, si no según llaman a la puerta les vuelo las pelotas con mi Winchester del 12 y sigo tan tranquilo en mi rancho de Missouri bebiendo Bourbon. Pero bueno, ahí no esta lo peor del asunto, que esto de los héroes griegos suena muy bien.
Qué Idmón lee el futuro en las entrañas, ¡oh! que bonito suena. ¿Vosotros sabéis que mal huelen las entrañas de leer?,que Ifito de Fócide (vete tu a saber dónde cae eso) es pintor e imaginero, sí sí, muy bonito, pero una vez después de haber pintado a toda la tripulación ¿Qué pinta? Otra vez a la tripulación, ¿y luego?, Otra vez más, y otra más.

Esto es un trabajo de precisión y valor, no un paseo por el campo, no se puede llevar a cualquiera. Hace falta gente profesional, cualificada, competente, por lo menos que tenga el grado medio de manejar trirremes griegos, un grado superior en desollar, la carrera de argonautología, unos antecedentes, 12 trabajos hercúleos, ser Chuck Norris, por el amor de Clint (Eastwood) No ser un imaginero y pintor (ingeniero, uno o dos vale, para que el argos no se vaya a pique con el primer iceberg que pasa, que eso de es de barcos enclenques) o leer entrañas. Las entrañas se cocinan si hay fuego y si no lo hay se comen crudas, para leer cada día y enterarte que va a pasar ya están los periódicos que no van tan caros. Y por si fuera poco se acabo el bebercio a mitad de viaje, normal que según viese un carnero que bajo la luz del mediodía (vamos que hacia un calor que la mitad de la tripulación se caía por la cubierta) me lanzase a por él y le quitase el vellocino de las narices más rápido que lo que tarda una bala en atravesar un cráneo de conejo en una cacería. Y ale, ya está, de vuelta a casa dirás tú, pues no. Aún tuvimos que pasar por otra epopeya llena de momentos “épicos” (como cuando se llenaron los depósitos de las letrinas y no podíamos responder a la llamada natural)  para llegar de vuelta a casa y ver si coronaban al desgraciao de las narices y nos dejaban tranquilos o no, pero eso es otra historia y ya os la contaré 

Los Argonautas, ya no sólo viajan por mar

Hola a todos, FanzineforCoppola ya tiene su propio blog, donde publicaremos textos de otros números que ya no se pueden encontrar porque se agotaron en su publicación o diferentes idas de pinza de los personajes principales del proyecto: Döner, Bronson y Malkovitch. Esperamos que os guste, y si no os gusta, pues os vais a zurrir mierdas con un látigo.
Los Argonautas han hablado, larga vida a los Argonautas!!